Un respiro al medio ambiente y un alto a la industria de la moda, el segundo contaminador del planeta. Adiós al ‘úsese y tírese’.
POR redacción
Con la misión de generar conciencia en la ciudadanía sobre el consumo ético de los artículos para vestir y normalizar la compra de ‘segundo uso’, se creó en Reynosa Armario sustentable, conocido inicialmente como Bazear mi Clóset.
Se trata de promover la rotación de artículos que están en el armario sin utilizar, para ser adquiridos y aprovechados por alguien más. Una oportunidad de abrirle paso al slow fashion, esto es, el consumo consciente.
Para promover la sustentabilidad, esto es, la capacidad que tiene una sociedad para hacer un uso consciente y responsable de sus recursos, sin agotarlos o exceder su capacidad de renovación, y sin comprometer el acceso a estos por parte de las generaciones futuras, Lucía Robles y Lilian Salas levantan su voz contra el “úsese y tírese”.
Aseguraron que la industria de la moda de la mano del capitalismo son el segundo contaminador del planeta. “Una industria construida, además, sobre la explotación y violación de los derechos humanos”, señalaron.
ARMARIO SUSTENTABLE
“Nuestro propósito es normalizar la ropa de segunda mano, creando conciencia sobre lo mucho que contamina la industria de la moda rápida”, informaron.
Armario sustentable, agregaron, es una comunidad creada para comprar y vender ropa alargando su ciclo de vida. “Queremos ser un espacio en la comunidad que represente la primera opción para adquirir artículos de vestimenta, antes de comprar algo nuevo. Reduciendo de esta manera el consumo de moda rápida”, definieron.
BAZEAR MI CLÓSET
Los primeros eventos se llevaron a cabo en febrero y septiembre del 2019 bajo el nombre de Bazear mi Clóset, después se cambió el nombre del proyecto a Armario sustentable con el cual se llevó a cabo el primer evento físicamente en marzo. Con el tema de la pandemia han migrado a las redes sociales donde tienen preparado seguir con la misma dinámica de manera digital.
Fast fashion arrasa con la ecología
El día que nos preguntemos qué hay detrás de la ropa que compramos?, ¿quién la hizo?, ¿cuánto costó hacerla?, nuestra perspectiva sobre lo que nos viste y nuestra forma de consumir cambiará.
Cuando en un documental sobre la moda rápida me enteré que para hacer un litro de algodón se necesitan 10 mil litros de agua, me explotó la mente imaginar la producción masiva. Además, una de cada 6 personas en el mundo trabaja en la industria textil, lo cual claramente no se refiere a las modelos. Las condiciones precarias de este sector habían sido invisibles, hasta el 2013 en Bangladesh, en “El Rana Plaza” trabajaban cinco mil costureras cosiendo sin parar para cinco contratistas locales que abastecían a más de 30 marcas internacionales.
Además de utilizar materiales sintéticos contaminantes a base de petróleo como poliéster, nylon o acrílico, que hacen que sea imposible su reciclaje, la durabilidad de la
ropa cada vez es más corta, de ese modo cada año se generan toneladas de ropa en los depósitos de basura, cuando en décadas anteriores la ropa pasaba de generación en generación.
El fast fashion es definitivamente insostenible, va a un paso inalcanzable, arrasando con la ecología y los derechos laborales humanos.
SLOW FASHION, CONSUMO CONSCIENTE.
Algo alentador es que las nuevas generaciones de estudiantes en áreas del sector textil y de la moda están viéndose motivados desde una perspectiva más sustentable, apostar por fibras orgánicas y biodegradables es una opción.
Pero nuestra responsabilidad como consumidor es altamente importante, así como promover lo que sabemos para despertar la conciencia de los que nos rodean.
El slow fashion o moda lenta se refiere a desacelerar ese proceso de consumo “avorazado” por la moda.
“Estamos tan acostumbrados a este modelo (fast fashion) de consumo que lo anormal es cuestionarnos de dónde viene y cuál es la manera más responsable de comprar ropa.
‘Hoy en día el 90% de mi clóset es de segunda mano y de marcas mexicanas, lo platico con mucho orgullo y siempre que tengo la oportunidad incito a las personas a que cuestionen el origen de su clóset”.
Lucía Robles.
“Creo que me he establecido en un estilo atemporal, básico y cómodo, así, evito sentirme como esclavizada a estar consumiendo lo que está en “tendencia”, algo que probablemente no volveré a usar en 4 meses y no sabré que hacer con ello. Evito comprar solo por comprar…”.
Lilian Salas.