Hace más de diez años Rebecca “Keka” Kuri hizo su primer cuadro, sin siquiera pensar que la pintura sería parte de su vida. El talento lo traía en la sangre y, desde entonces, pasa alrededor de cinco horas casi todos los días en su taller, entre el olor a pintura y las manos sucias, pues con ellas acostumbra pintar.
La vida para Rebecca Kuri es un lienzo con capacidades infinitas y sus manos los pinceles que le han permitido plasmar múltiples imágenes abstractas.
“Claro que empleo los pinceles, pero prefiero usar mejor ambas manos, así distribuyo mejor los colores y les doy un balance”, explica.
Sus cuadros tienen una influencia marcada de artistas como Andy Warhol, Leonardo Nierman, Jean-Michel Basquiat y hasta de Parker “Cy” Twombly, Jr.
Admite que le gusta Basquiat porque su estilo es colorido, “más locochón”, pero sus influencias son el arte en general.
También la comparan con Warhol pero en su caso surgió casi sin proponérselo, porque cada artista tiene su personalidad propia, es así como la gente empieza a reconocerla por lo que ella hace.
“Ha cambiado el abstracto, porque también cambian los colores de moda, cambian los estilos y vas innovando en cuanto a las modas; el arte de hace diez años no es el mismo al de ahorita; otra peculiaridad es que uso las esquinas en mis obras, todo el lienzo para llenarlo de color hasta saturarlo”, afirma.
Las redes sociales influyen también porque le permiten conocer las novedades de la pintura, decidir sobre las nuevas tendencias, tal vez por eso las comparaciones con otros artistas.
“Me ha pasado que me dicen ‘te pareces a éste o a la otra (pintora)’, porque tomamos influencia de todo mundo, yo aprendo de otros artistas; nunca estoy tan guapa para pintar, si vieras como pinto… con la ropa manchada y dejo puro mugrero en el piso”, dice bromeando.
Ella emplea distintos tipos de pinturas: tintas, grafitos, pasteles, todo lo que esté a su alcance para lograr el efecto deseado, además de ser complaciente con sus clientes sobre la selección de colores.
A su técnica la denomina mix media y utiliza las yemas de los dedos, porque no le gusta como queda el efecto de los pincelazos.
Empezó con el contacto directo con el lienzo, a desvanecer con sus manos las formas para que surgiera algo abstracto en ellas, después usa lápiz o pincel para los detalles, espátula un poco, grafito, spray y pinturas metálicas, casi siempre con sus manos.
Su padre, el comerciante libanés Eduardo Kuri, propietario de la tienda de vestidos Helen Kuri, le comentó que la letra K permanece en la mente del consumidor, eso se le quedó grabado en su mente.
FIRMA RECONOCIDA
“Keka”, como la conocen desde pequeña, empezó por azar a vender cuadros en el Valle de Texas y ya la identifican con ese nombre.
“A veces no saben quién soy, me presento y me dicen ‘ah eres la de los cuadros’. Es apodo de familia y como empecé a firmar, lo utilizo a mi favor, ya sé que mucha gente me reconoce”, menciona.
Egresada de la carrera de Administración de Empresas en la Universidad de Monterrey (UDEM) en el 2001, casi sin proponérselo empieza a trabajar con varios objetos, a repintarlos, pero no sabía que tenía este talento.
Después de que se casó, tomó una clase de arte en Monterrey con la pintora Lucy Sáenz y le gustó, era el año 2004. Luego Luis Fuentes, pintor, la invitó a promover sus trabajos y lo hizo en el departamento de arte de una mueblería.
“La misma dueña me decía: ‘tu obra tiene algo que siempre se vende’. Ahí estuve durante siete años; ahora soy independiente y es mejor, porque eres dueña de tus pinturas, pero nunca hay que olvidar quien te levanta y te hace crecer”, reconoce.
En San Miguel de Allende tomó cursos de dibujo con Valdiver, un pintor canadiense, así como con Roberto Gómez de Guadalajara, después llevaría técnicas de dibujo pues si bien manejaba el estilo abstracto, deseaba aprender más lo figurativo, a dibujar rostros, para ello tenía que prepararse más.
Dicen que el tiempo hace al maestro y
Keka poco a poco con sus cinco horas diarias de pintar constantemente, prefiere trabajar de forma personalizada.
“Yo pinto diario desde hace diez años todos los días, la misma práctica hace que tú hagas tus técnicas, yo ya sé cómo reacciona el óleo cuando le pones otro químico, qué craquelado va a tener, esa misma práctica te enseña, ya lo demás como las proporciones que tienes que estudiar, el balance de los colores lo tienes que ver, yo lo traigo porque soy didáctica; es parte de saber cómo balancear los colores, con el ojo lo aprendes y lo puedes estudiar, pero hay mucho de intuición”, considera.
Es ésta una rutina constante que en su taller, ubicado en la cochera de su casa, la ha pulido y perfeccionado, para tener un estilo propio pictórico.
“Mira esto no debe estar así: a veces el error (un escurrido de la pintura) hace que lo deje, ese canalito en otro cuadro prefiero que se quede, pero digo ‘así debe ser’, a veces la pintura toma su curso, o le agrego más líquidos”, explica.
Ganadora del primer lugar del McAllen Art Festival en el 2007, en la categoría mix media, con la obra “El volcán”, vendió su obra recientemente en la Galería Torre del Reloj en Polanco, de la Ciudad de México.
Fue hace dos años cuando un galerista conoció su trabajo en la Ciudad de México y mostró interés en su obra, era el director de arte de la Delegación Miguel Hidalgo, quien le comentó que su trabajo era muy digerible e interesante; ya que en la expo se vendieron de inmediato las 23 obras que llevó.
Aunque tiene invitaciones para presentar sus trabajos en galerías de San Miguel de Allende, así como en otras partes, lo que le falta es tiempo para pintar.
Por lo pronto en septiembre ya se comprometió a hacer una exposición en el restaurante Birdie’s Bistro de McAllen.
OLOR A PINTURA
Ella dice que respira arte porque todos los días pinta, hasta
cinco horas diarias, exceptuando los domingos que son para la
familia e ir a misa.
El olor de la pintura no le desagrada, a veces su esposo la cuestiona si no se está ahogando, pero le gusta, como también mancharse las manos para crear cosas le fascina.
Sus uñas se ven un poco manchadas, pero cuando asiste a una boda o compromiso social las despinta minuciosamente para dejarlas limpias.
Ahora que alterna el arte abstracto con el figurativo, emplea pinceles y grafitos para pintar rostros, procurando una combinación de colores vistosos.
“Lo mío es muy colorido, es raro que pinte con colores sobrios, pero si el cliente lo pide lo tengo que hacer, de hecho se me dificultan esos tonos y siempre les digo el arte es lo que ves en tu casa, lo que te da vida al espacio”, menciona.
Sus óleos decoran cientos de residencias del Valle de Texas, pero también de la Isla del Padre, Houston, Reynosa, Monterrey, Torreón, Guadalajara y la Ciudad de México.
También se han distribuido piezas en Dallas, San Antonio, hasta Nueva York, gracias a las redes sociales como Instagram, donde la gente la contacta para adquirir alguna.
Casada con Jorge Ayala, en la sala de su casa destacan las pinturas de sus hijos Mariano y Juanpablo, de 6 y 9 años, que espera se queden ahí.
Y es que no podía colgar un cuadro en su casa porque sus amigos cuando la visitaban, como les gustaba, se las llevaban, por ello tuvo que pintar a sus hijos para tener algunas. Como mamá resulta alentador que a ellos les guste el arte.
“El chiquito es muy creativo, les ayuda el que su mamá siempre esté pintando y tenga el material disponible; en la casa les inculco la creatividad, los dejo al cien por ciento, de hecho ellos tenían en su cuarto una pared y ellos podían dibujar lo que quisieran con gises; para ellos es muy natural verlas y no tocarlas, tienen la cultura de que la obra se aprecia”, dice.
No todos los cuadros de Keka tienen título, salvo que sean para alguna exposición. Uno con la imagen de un anciano, se llama “El fashionista”, pero es raro que les ponga nombre, sin embargo, lleva el registro de todos los que ha vendido que son más de 600 en 13 años.
VIRGEN DE GUADALUPE
El ritual para pintar cada día inicia primero rezando el rosario, en agradecimiento a la Virgen quien la salvó de padecer cáncer.
Ella acostumbra asistir en familia a la iglesia de San Cristóbal Magallanes porque es muy devota de la Virgen de Guadalupe. Ya hasta hizo una consagración a la madre de Jesús y le da todo el crédito de estar sana, porque le detectaron un tumor y salió adelante.
“Aquí sigo, el talento te lo presta Dios, hay que hacer buen uso de éste, siempre invoco al Espíritu Santo antes de pintar, y no me lo adjudico, aunque yo he hecho mucho por mejorar, siento que Dios me ha bendecido con este talento y hay que regresarlo un poco a la comunidad”, expresa.
En agradecimiento hace un mes hizo una pieza para el Talent Show de sus hijos y está en exhibición en la biblioteca de la Shimotsu School, ubicada en Mission. Se trata de una pintura que incluye los rostros de los genios Albert Einstein, Salvador Dalí y Steve Jobs.
“También pinté una capilla del DIF para una casa hogar, en Reynosa”.
Después de encomendarse a la virgen, acostumbra meditar un poco, para luego escuchar música de todo tipo, alternativa, pop y hasta reguetón. Acostumbra poner el Spotify, para oír algo de música y levantarse el ánimo porque pintar le relaja y le encanta, es algo que disfruta mucho hacer todos los días.
Luego vuelve a mover el lienzo y observa el balance de colores, dejando en duda al espectador cuál es la posición final.
“El derecho lo sé por el peso que tiene, lo voy desarrollando. Tengo cuatro fases, la primera es fondeo, la segunda la distribución de colores, la tercera el detalle, yo sé hacia dónde va el blanco y el peso, y la fase cuatro es cuando digo ‘ya está terminado’, así le pongo varias cosas, la dejo secar, le agrego brillo y barniz”, explica.
De repente si hay algo que requiere un cambio, le puede agregar un poco de rojo o dorado, de acuerdo a su intuición como artista innanta.
El mejor consejo que ella puede dar a los jóvenes pintores es que estén motivados siempre, que den el cien por ciento en cada actividad que realicen.
Les recomienda sobre todo que hagan todo con corazón, que el equivocarse los hace mejores personas, si hay error que lo enfoquen en lo positivo, porque son un constante aprendizaje y cambio; que no se limiten a lo que las escuelas les dicen, que en la práctica es donde se desarrollan.
Por ello asegura que si volviera a nacer y tuviera la oportunidad de elegir, haría lo mismo, escogería ser artista.
“Definitivamente el arte ha sido muy importante en mi vida, me ha sacado de muchas situaciones de estrés, de depresiones; en el 2005 tuvimos un bebé que al nacer murió, y el pintar me hacía olvidar ese gran dolor, obviamente Dios me sacó de ahí, el tener esa actividad, esa motivación me sacó de la depresión, no puedo decir que soy otra persona: soy arte”, asegura.
BARRO Y VIDRIO
Uno de sus planes es incursionar en la cerámica y por lo pronto ya tiene dos piezas en vidrio en su casa.
“Son unos platones, me gusta trabajar con el vidrio y quiero empezar a hacer barro muy pronto, quiero hacer todo lo que se pueda moldear y pintar; me encanta estar innovándome”.
Para ella el éxito se trata de nunca frenarse. “Si Dios me permite seguir en este trayecto, espero continuar creciendo”.
En verano acostumbra hacer talleres de arte, donde lo principal es enfocarse al tema del reciclaje de materiales.
A los jóvenes hay que enseñarlos a cambiar su mentalidad para que aprendan a reutilizar las cosas.
“Yo crecí con la mentalidad de ‘se te rompió el pantalón, lo cocemos’. Definitivamente esa cultura no la tenemos y es importante para las nuevas generaciones enseñarles el sentido del valor de las cosas”, comenta.
Cuando la invitan a dar una charla en alguna escuela, acostumbra decirles a los alumnos que cambien su mentalidad.
Les dice que no se limiten a una cosa. Cuestionándolos: “¿qué quieres ser de grande?”.
LA EVOLUCIÓN
“Cuando veo obras de antes digo ‘qué feo pintaba’, pero era parte de la moda y el arte va evolucionando, ahora con la tecnología también las obras cambian y la forma de pintar también, eso ayuda a que puedas usar los avances en las pinturas; ahora te venden acrílicos en plumones, cosas muy diferentes y todo eso me gusta aplicarlo e innovar”, apunta.
De lo que no se desprende es de un bote viejo de más de 15 años que usa en su trabajo.
“Lo llevo para todos lados, es como mi amuleto”, platica mientras le desprende un poco de pintura seca acumulada.
El tiempo que le lleva terminar una obra, depende del tema como de las dimensiones.
“Un abstracto de 1.20 por 1.20 (metros) me toma unos dos días, pero en figurativo son unos cinco días para hacerlo; hay gente que me dice que es rápido, pero yo trabajo hasta más de cinco horas diarias”.
El cuadro podría quedar terminado, sólo le falta poner la firma y aunque es raro que le pidan cambios, ella misma podría decidirse por uno, en caso de requerirlo.
“Siempre he aceptado las críticas, no somos perfectos y somos un constante cambio y evolución, entonces el escuchar hace que vea mis propios errores, a veces uno se cicla y no te das cuenta; al escuchar a la gente sabes lo que quieren y todas las observaciones las escucho”, comenta.
La mejor de las críticas la recibió del reconocido pintor Manuel Felguérez, cuando se lo encontró en un evento público.
Estaba en una corrida de toros con su esposo y aprovechó para mostrarle unas fotografías que tenía a la mano.
Aclara que ella no está a favor de este deporte, que es pro vida, pero que como familia salen a pasear juntos.
El autor de la escultura monumental “La Paloma”, que recibe a los visitantes en el museo Marco, le dijo: “me da gusto saber que detrás de mí, venga alguien a hacer historia en el arte, sobre todo que sea mexicana y mujer”.
Después remató: “cuando hagas las cosas hazlas con pasión y no escuches mucho las críticas, porque todo mundo va a tener una opinión y va decir algo, pero si te nace del corazón lo que traes, eso es lo correcto”.
A Keka le siguen resonando las palabras del artista zacatecano. Por ello deja su corazón plasmado en cada una de sus obras.