Angélica Ortiz de Sáenz y Benito Sáenz Barella junto a sus hijos fomentan el amor al prójimo y ayuda hacia los más vulnerables.
Con la misión de continuar con las actividades altruistas y de servicio público, la familia Sáenz Ortiz une esfuerzos y se apoya incondicionalmente para cumplir con esta noble labor que tanto disfrutan.
El matrimonio formado por Angélica Ortiz de Sáenz y Benito Sáenz Barella, quienes llevan 25 años de casados, han sembrado en sus tres hijos: Andrés, Maximiliano y María José la semilla de la solidaridad hacia las personas más necesitadas.
“Preferimos salir de la comodidad de nuestro hogar para ayudar a la gente más vulnerable. Creo que es el mejor ejemplo y herencia que podemos dejarles: valores y sentido de responsabilidad”, comentó Angélica.
Ella, originaria de Guadalajara y él, de Monterrey, unieron sus vidas a los 20 años de edad, al concluir sus carreras profesionales, y se mudaron a la frontera convirtiéndose en reynosenses por adopción y decisión.
Angélica platicó que servir al prójimo es un modelo de vida heredado por sus padres, ya que desde jóvenes fueron parte de la congregación de la iglesia de Nuestra Señora del Refugio.
“Mi familia me llevaba a esa parroquia en la que apoyábamos los servicios religiosos y a las personas necesitadas. Al tiempo, cuando Benito y yo nos hacemos novios, iniciamos esa labor que de casados continuamos”, indicó.
Desde hace más de dos décadas ella y sus dos hermanas se acercaron a una casa hogar, ubicada en la colonia Narciso Mendoza, para brindarles ayuda. La función del albergue es asistir a los niños, hijos de padres en prisión, a fin de evitar que permanezcan dentro de la cárcel.
“El sacerdote de una iglesia le pidió a mi papá que apoyáramos su causa. Recuerdo que era común llevar cada una a nuestro hijo para inculcarles el hábito de ver por quienes más lo necesitan. Comenzamos llevándoles zapatos y ropa, así como despensas”, recordó.
Así continuaron sumando esfuerzos con algunas amistades aunado al apoyo de una iglesia en Estados Unidos, para ofrecer desayunos mensuales tanto a los niños de la casa hogar como a las comunidades aledañas.
Apoyadas por las familias de Javier Cantú Barragán y Sergio Martínez organizaron charreadas, entre otras actividades, para recaudar fondos y realizar posadas navideñas y diferentes festejos dirigidos a la población.
En la actualidad, señaló, son alrededor de 500 menores de edad y sus familias los que gozan de estos
eventos.
LEGADO DE AYUDA
Como matrimonio y padres de familia han logrado compaginar sus actividades profesionales y laborales.
“Así como a mí me inculcaron el amor al prójimo, hemos heredado este sentimiento a nuestros hijos, y sabemos que al ser su ejemplo seguirán nuestro camino. Benito es un hombre compartido que les ha enseñado hacer el bien sin importar a quien”,
comentó.
En el caso de Angélica ha sido parte del Sistema de Desarrollo Integral para la Familia (DIF) Reynosa desde el año 2008, esto es, durante tres administraciones municipales, donde se encarga de coordinar la entrega de alimentos a la población de escasos recursos.
Actualmente, se desempeña como presidenta de las Damas Voluntarias de la Cruz Roja Mexicana en Reynosa en el área de las colectas y en la organización de diversas actividades.
“Tengo más de seis años dentro de esta institución y mi hija María José logró formar el Voluntariado Infantil de la Cruz Roja.
Sin faltar a su función de madre y esposa, se da el tiempo de brindar el respaldo necesario en las campañas de proselitismo y cargos públicos que ha desempeñado a nivel municipal y estatal su esposo Benito, quien actualmente ocupa el cargo de delegado en Reynosa del Instituto Tamaulipeco de Vivienda y Urbanismo (Itavu).
AMOR Y UNIDAD
Hace 27 años Angélica y Benito se conocieron a través de una amiga que los presentó cuando estudiaban en Monterrey. Fue amor a primera vista, pues desde entonces quedaron unidos por este sentimiento.
“A los tres meses de pretenderla le regalé un anillo de primera promesa y le dije: ‘Contigo me voy a casar. No quiero que seas mi novia, ya eres mi prometida’ ”, mencionó Benito.
En menos de dos años se casaron y cambiaron su residencia a Reynosa donde continuaron trabajando en sus empresas y se iniciaron en el servicio público.
“Desde que éramos novios Benito mostró su empatía y entusiasmo por los demás, cualidad que me enamoró más. Siempre ha sido muy auténtico, sencillo y alegre; es muy solidario y humano”, consideró Angélica.
El, por su parte, reconoció que su esposa ha sido un pilar en la familia.
“La satisfacción de realizar acciones a favor de la población, desde las diferentes oportunidades que nos ha brindado la vida nos deja una gran ganancia espiritual. Nuestras necesidades no se basan en lo material, disfrutamos cada logro, cada momento, desde una plática hasta la hora de la comida. Estamos totalmente integrados. Somos para Dios una herramienta y nos ha encomendado una misión. La tranquilidad de tener un hogar seguro y resguardado con sus cuidados y amor me ha permitido hacer labores extraordinarias”, manifestó.
Sin duda, reconoció que gracias a ella ha podido cumplirlas y combinarlas con sus propios negocios de autopartes, lotes de carros, compra y venta de fierro y recicladora automotriz.
Para Angélica y Benito su prioridad es la familia. Con ella han aprendido la importancia de ser solidarios con los demás.
Al ser Reynosa la ciudad donde han cimentado su hogar, su interés sigue enfocado en continuar su labor filantrópica, cualidad que enaltece a los seres humanos.
UNA VIDA DE SERVICIO
√ Sáenz Barella inició su carrera de servidor público hace más de 25 años.
√ Ha sido coordinador de campañas políticas del PRI.
√ Presidente del comité municipal del partido.
√ Dirigente de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP).
√ Regidor, diputado local y titular de secretarías municipales y del gobierno estatal.