De la mano de su esposa Angélica, Benito Sáenz Barella quiere servir al lugar donde se casó, formó una familia y se ha convertido en su hogar: Reynosa.
POR VIRIDIANA LEAL
C on su esposa, compañera de vida y aliada, Angélica Ortiz de Sáenz, no solo formó una familia, como pareja prosperaron en los negocios, y ahora como candidato del PRI a la alcaldía de Reynosa, para Benito Sáenz Barella ella se ha convertido en su mayor apoyo.
Una carrera política que inició en 1993 como miembro del grupo de jóvenes que apoyaba la campaña del entonces candidato priista a la presidencia de México, Ernesto Zedillo, y un camino que ha seguido por convicción propia.
“Benito y yo venimos de familias muy allegadas a Dios, es un hombre de fe y creencias religiosas muy arraigadas inculcadas por su padre que fue Ministro de la Eucaristía”, mencionó.
En Reynosa se casaron y desde hace 31 años viven aquí, ciudad donde formaron una familia. Aquí nacieron sus hijos, y así como ellos su nieta, los que también han hecho de esta ciudad su hogar.
“De que otra manera puedes amar más al lugar donde quieres servir, sino viviendo en él”, aseguró.
UNA VIDA DE SERVICIO A LOS DEMÁS
Los padres de Angélica: Jesús Ortiz Sandoval y María Concepción Gómez de Ortiz le inculcaron desde pequeña el valor del respeto y el servicio a los demás.
El negocio de sus padres con el que iniciaron fue Autos Ortiz. Cada año en su casa hacían la posada navideña para los empleados de su papá, quienes asistían acompañados de sus esposas e hijos. Los atendían como si fueran una familia, incluso se encargaban de servirles la cena, y para el festejo les daban juguetes a los niños.
Recuerda Angélica que para ellos siempre fue un placer. Al ser una familia católica acostumbraban asistir a misa todos los domingos, además de que Angélica desde los 14 años de edad impartió catecismo durante tres años. En comunión con lo que predicaban, el altruismo los distinguió.
Junto con sus hermanas apoyaban a través de la iglesia a la Casa Hogar, bautizándola con el nombre de “María Siempre Virgen”. Angélica estaba recién casada cuando el padre de la iglesia de Nuestra Señora del Refugio les pidió ayuda y comenzaron a organizar las posadas navideñas.
Como matrimonio, Angélica y Benito ayudaban a buscar recursos económicos para poder cubrir las necesidades de los pequeños que albergaba.
El aprendizaje que dejó a la familia Ortiz es que todos merecemos una oportunidad en la vida.
Con el tiempo se sumaron más niños y se tuvo que realizar el evento navideño en el lienzo charro “Los tamaulipecos”. Además se agregó un show de payasos, juegos y diversas actividades.
También realizaban una charreada anual y con el dinero recaudado se les compraba juguetes.
Crecieron de tal manera que el dueño de la Quinta Blyser les ofreció el salón más grande del centro recreativo para hacer la fiesta.
Para entonces niños, adolescentes y adultos recibían un obsequio, desde cobijas hasta ropa y zapatos. El único requisito que pedían era acercarse a Dios en la Iglesia.
DEL DIF A LA CRUZ ROJA
Como servidor público, Benito Sáenz Barella se integra a la empresa Comapa, en el 2008 obtiene el cargo de regidor y en el 2011 trabaja en el área de “Participación ciudadana”.
Mientras él fungía como miembro del ayuntamiento, Angélica forma parte de las Damas Voluntarias del DIF, lo que le permitió continuar con su vocación de servicio a los demás.
Ocasionalmente le encargaban la coordinación de brigadas de impacto de escuelas o las visitas a las colonias para los saludos mano a mano.
En el 2010 Angélica es invitada por la entonces presidenta del patronato de la Cruz Roja, María Antonieta de Elizondo, para integrarse al voluntariado de la Cruz Roja, comprometiéndose con la labor altruista de esta noble institución que además de ofrecer los servicios médicos brinda ayuda en casos de desastre y emergencia.
Aunque reconoce la responsabilidad que representa, disfruta la misión encomendada porque para ella no hay nada más satisfactorio que ayudar a quienes lo necesitan.
UN HOMBRE ADMIRABLE
Para su esposa e hijos, Benito Sáenz Barella es un hombre ejemplar: inteligente, disciplinado, responsable, trabajador y emprendedor, cualidades que merecen ser tomadas en cuenta por el amor que le tiene a Reynosa, donde formó a su familia, ha hecho amigos entrañables, y ahora quiere ser alcalde de esta ciudad.
“Mi esposo es admirable, por eso si su sueño fuera vender paletas en la plaza, yo lo apoyaría porque sé que es algo en lo que él cree”, asegura Angélica.
Y agregó: “Pronto lo podrán ver en campaña, saludando personalmente a los ciudadanos (siguiendo los protocolos de salud), con el interés de conocer sus necesidades y atenderlas”.
Ser alcalde, después de una trayectoria de servicio público, es un sueño que quiere hacer realidad no para él, reconoce su esposa Angélica, sino porque Reynosa merece algo mejor.