Las historias de vida de dos pequeños genios en el Día Mundial del Autismo y por la celebración de Día del Niño en abril.
De acuerdo a un estudio realizado el año pasado por la Universidad Nacional Autónoma de México, uno de cada 115 niños en el país padece autismo, un trastorno psicológico que se caracteriza por la intensa concentración de una persona en su propio mundo interior y la progresiva pérdida de contacto con la realidad exterior. Por tal motivo, y para hacer conciencia sobre este padecimiento se designó el 2 de abril como el Día Mundial del Autismo.
Con el paso del tiempo hay más información sobre el tema y la sociedad ve de otra forma a quienes lo padecen.
Dylan y Matías son dos casos de niños autistas que han evolucionado satisfactoriamente gracias a que iniciaron sus terapias a tiempo.
Ellos son niños especiales que si bien tienen dificultad en la atención, su capacidad de retención es asombrosa.
EN SU PROPIO MUNDO
Cuando apenas tenía un año de edad, Dylan Isaí Lerma Heredia se mostraba distraído al hablarle, se aislaba, vivía en su propio mundo; más aún tendía a golpearse.
Aunque le realizaron estudios no acertaban a saber de qué se trataba, incluso le llegaron a diagnosticar Trastorno de Hiperactividad, una condición muy lejana a lo que el niño realmente tenía.
Con el tiempo fue dejando de lastimarse aunque seguía haciendo rabietas.
DEL AISLAMIENTO A LA INTERACCIÓN
Sin embargo, fue hasta que ingresó a Espacio de Genios cuando la psicóloga y máster en psicoterapia gestalt infantil, Alejandra Zertuche, lo dirigió con la neuróloga Marcela Luna.
Los resultados arrojaron: autismo nivel uno. Tenía como año y medio de retraso mental, esto es, su comportamiento no estaba de acuerdo a su edad. Además padecía ecolalia, un trastorno agudo del desarrollo que afecta la capacidad de comunicación y de interacción.
Iniciaron entonces con asistencia psicológica, motriz, intelectual y de lenguaje.
Cuatro años después, cuando tenía ocho de edad, el progreso de Dylan es muy notable en cuanto a la socialización, y ya se niveló a la madurez normal de su comportamiento
“Antes no conversaba, se la pasaba solito, encerrado, apartado en las reuniones, no convivía con los niños del kínder”, comentó su mamá Zaida Nelly Heredia Blanco.
Antes, agregó, necesitaba tener atención especial solo para él .
“Era un niño que se distraía con cualquier cosa, se le estaba hablando y si veía una mariposa corría a perseguirla, ahora ya no lo hace”, comentó.
CAPACIDAD DE RETENCIÓN
Los niños con autismo no son muy visuales, pero tienen una gran capacidad de retención. En el caso de Dylan puede memorizar una lectura con haberla escuchado una sola vez. Quizás parezca que no prestan atención, pero no es así.
Actualmente cursa el segundo año de primaria, y a diferencia de los demás compañeros, él ya se aprendió la tabla de multiplicar del nueve, mientras que el resto apenas están con la tabla del dos.
“Desde muy pequeño sabía sobre los planetas, sobre la galaxia, de dinosaurios”, señaló su mamá.
UN FUTURO PROMETEDOR
Las especialistas aseguran que mientras Dylan continúe con las terapias su mejoría cada vez va a ser más evidente.
“Es como si fuera una maquinita programable, lo que se le vaya metiendo en su cabecita eso es lo que va a aprender, para bien o para mal”, explicó Zaida Heredia.
Lo que se le enseñe, añadió, es lo que su cerebro capta, lo que va a aprender, así que puede crecer como un adulto bien educado.
El color azul es el color que representa al mar. A veces, el mar está tranquilo y en otras oportunidades está revuelto. Lo mismo sucede en las vidas de una persona con autismo y su entorno familiar: Hay días serenos y otros más tormentosos. Es por eso que el color azul se transformó en símbolo de los Trastornos del Espectro Autista
FUNDACIÓN DYLAN ISAÍ
El interés por parte de los padres del niño para que Dylan supere este trastorno los motivaron a crear la Fundación Dylan Isaí, una organización sin ánimos de lucro, con el único objetivo de apoyar al pequeño a tener una mejor calidad de vida.
La finalidad es recaudar dinero y poder continuar con sus terapias.
Además de realizar diversas actividades, hacen publicidad a los negocios a través de la página de la fundación por una cuota mensual de cincuenta pesos.
MATÍAS HERNÁNDEZ
Matías es un niño muy deseado que fue esperado con mucho amor. Nació después de 15 años a través del método in vitro. Desde entonces ha sido la alegría de la familia.
El año pasado, sus padres empezaron a observar cierto comportamiento que les llamó la atención. A sus escasos tres años de edad, tenía una gran habilidad para armar rompecabezas, conocía los colores y sabía el abecedario en inglés y en español. También se aprendía de memoria los diálogos de las caricaturas.
Sin embargo, cuando le hacían una pregunta la respondía con la misma pregunta. Repetía lo que le decían; padecía escolalia. Si un niño lloraba él lo imitaba. En la escuela era un alumno cohibido que no socializaba.
Fue así que decidieron llevarlo a Espacio de Genios para que lo atendieran.
EL DIAGNÓSTICO
Asistieron con la psicóloga Alejandra Zertuche, máster en psicoterapia gestalt infantil, quien después de hacerle estudios les comunicó que padecía un trastorno específico del lenguaje mixto expresivo y receptivo, el niño estaba al límite del asperger.
Por fortuna no es un caso avanzado y lo llevaron a muy buen tiempo para iniciar con las terapias de tipo tutorial y motriz.
AVANCES
“Apenas unos meses después de las terapias, Matías ha tenido una gran evolución”, asegura su mamá Sandra Hernández.
Desde la primera semana notaron los cambios: la ecolalia disminuyó, y le hacen preguntas y las responde. Tenía también ciertos problemas motrices, pero ahora ya puede pedalear la bicicleta y se sube a la resbaladilla.
En cuanto a la socialización convive más, se acerca a los niños a ayudarlos y de igual forma permite que ellos lo hagan. Incluso a sus apenas tres años y ocho meses de edad ya le van a enseñar a sumar, restar y formar palabras con las sílabas.
Su corta edad le permite absorber y aprender todo lo que se le dice, es como una esponjita, por eso la importancia de acudir en tiempo con los especialistas y enseñarle a disfrutar la vida de la forma más correcta.