El Domingo de Pascua en la frontera se ha hecho una tradición celebrar con la familia. De manera simbólica es una forma de regocijarse con el florecimiento de la primavera. Se acostumbra esconder cascarones de huevos rellenos de confeti para que los niños, vestidos de conejitos, los busquen y se diviertan. Un día de reflexión, alegría y renacimiento.