Desde pequeña Jazmín Anahí García Padilla fue una niña ejemplar.
Su pasión por la cocina comenzó desde la Navidad de 1996, cuando Santa Claus le trajo el juguete más deseado por las niñas en aquellos años, el micro hornito.
Alhelí García, su hermana mayor, era la catadora de los pasteles crudos que hacía al igual que sus papás, quienes como familia siempre se han apoyado.
Jazmín Anahí actualmente es contadora y administradora, y ejerce como enfermera desde el 2013.
Sin embargo, su gusto por hornear galletas y el éxito que ha tenido -ya que son conocidas en Japón, y diferentes ciudades de la República Mexicana-, la motivaron a crear su propio negocio.
Considera que las hace diferente de las demás por la importancia que le da a cada detalle.
“Cuido que cada línea sea perfecta, y en caso de que deba decorarla con algún personaje de caricatura, busco que sea lo más parecido al original para satisfacción del cliente”, comentó.
Mi filosofía es: “Vender algo que yo compraría”.
Después de varias decepciones de pareja, encontró el amor, y en Galletukis by Jazmín el deseo de continuar creciendo al lado de su pareja.
DULCE REGALO.
En junio del 2016 le obsequiaron unas galletas de mantequilla a su papá por el Día
del Padre. Recordó entonces aquel regalo de la infancia y lo mucho que disfrutaba hacer pasteles para sus seres queridos y, sin pensarlo dos veces, tomó un curso.
Alan, su sobrino, se convirtió en el catador oficial y el
fan número uno de las galletas de su tía.
Su obsesión por seguir al pie de la letra lo que hacía fue el motivo por el que surgió Galletukis by Jazmín.
Comenzó a llevarlas al hospital para que sus compañeros de guardia las probaran, y calificaran el sabor y elaboración.
Después le hacen su primer pedido para un cumpleaños de una amiga, y así continuó en cada fecha de celebración: San Valentín, Navidad, Pascua, Día del Médico…
El negocio creció y aprovechó para crear la página de Facebook, donde recibe pedidos. Fue un éxito.
Dormir cuatro horas diarias era lo más que podía ya que entre dar cursos, trabajar, hacer ejercicio y cocinar no le rendía el tiempo.
En los años de pandemia, incluso recibió decenas de pedidos a través de la red social.
Amour, amour…
En 2021 toma clases personales virtuales de japonés con el profesor Luis.
Con el tiempo ella y él comienzan una relación a distancia, debido a que ambos radican en ciudades diferentes.
“Después de varias decepciones amorosas, decidí enfocarme en mí, y cuando menos lo imaginé,
llegó el amor”, mencionó.
Debido a algunas complicaciones de salud, Luis se ofrece a ayudarla con los pedidos de galletas.
Solo para la celebración de Halloween tenía que entregar 150 y en Navidad un total de 500.
Luis fue ahora el enlace para vender las galletas en su oficina con sus compañeros.
Empezaron con un pedido de 60 galletas decoradas con motivos mexicanos que se llevaron hasta Japón, las cuales recibieron muy buenos comentarios.
Sin embargo, han viajado por diferentes partes de la República Mexicana.
Aunque sigue comercializándolas, lo hace de una forma moderada para no saturarse.