Verse bien es más que un acto de vanidad. Activar las emociones a través del ejercicio fortalece la salud física y la paz mental.
Cada año, en enero, animadas por iniciar un nuevo ciclo, hacemos una lista de propósitos que aseguramos cumplir.
Hacer ejercicio para bajar de peso está a la cabeza, y lograr un cuerpo envidiable es la meta.
Sin embargo, más allá de la estética, ejercitarse conlleva beneficios emocionales, psicológicos y de sociabilidad a los que generalmente restamos importancia.
Recordemos que cuerpo sano en mente sana y un cuerpo activo mantiene una mente tranquila, y las emociones relajadas.
Así que si estás pensando tomar una decisión para perder kilos o mantenerte en forma, valora que el ejercicio además te ayudará emocionalmente.
No olvides que una sana alimentación, además, contribuirá a lograr tus objetivos.
La coach fitness Karina Manzanares creadora del programa mPOWERu sabe que verse bien por fuera no necesariamente es estar bien por dentro.
“Aprende a escuchar a tu cuerpo”, exhorta.
Además de los beneficios físicos, ¿cómo ayuda a la salud mental y emocional el ejercicio?
Sabemos que a nivel físico hacer ejercicio ayuda a luchar contra el sobrepeso y la obesidad, enfermedades que atentan contra nuestra salud y provocan serias enfermedades del corazón, accidentes cerebro vasculares y problemas renales, hipertensión, colesterol, triglicéridos y glucosa alta en la sangre.
Pero la actividad física también aumenta los niveles de dopamina y serotonina en el cerebro (neurotransmisores), conocidos como “las moléculas de la felicidad”.
De esta forma, con el ejercicio no solo habrá cambios en el cuerpo, se podrá conciliar mejor el sueño, pensar con mayor claridad y aumentar la autoestima al sentirte cada vez más fuerte. Calmará tu mente, reducirá el estrés, la ansiedad y mejorará las relaciones
sociales (busca tu tribu). Ayuda, repito, a conectar personas con nuestros mismos
intereses, se despiertan emociones como la empatía, alegría, competitividad, y se aprende a ser más compasivo consigo mismo.
Ya sea en línea o presencial siempre hay una conexión de cierta manera.
Por eso la importancia de llevar una rutina de
entrenamiento que disfrutes, aunque tal vez en un principio resulte difícil o cansado para aquellos que nunca han realizado ejercicio.
En conclusión el ejercicio nos ayuda a sentirnos más felices, y un cuerpo activo mantendrá la mente tranquila.
Al final, celebrar cada avance se vuelve un reto personal que vas disfrutando.
¿Qué tipo de ejercicios se deben realizar?
Principalmente uno que disfrutes, lo importante es moverse. En mi caso prefiero los ejercicios de fuerza y resistencia, ya que a mis
43 años mi objetivo es la salud y cuidar mis músculos, porque he aprendido que éstos me protegen de futuras lesiones y nos ayudan a recuperarnos más rápidamente en caso de que alguna caída o lesión se presente. Además de que nos ayudan a mantener una postura más erguida.
También recomiendo los movimientos tipo calistenia sin equipo (body weight) que se realizan con nuestro propio peso.
Me gusta incluir estiramientos y movilidad cuando planeo mis rutinas, pues los veo como “gimnasia cerebral”, mucha coordinación me obliga a estar enfocada en cada movimiento así que me “desconecto” de todo pensamiento o distracción que pudiera surgir en ese momento. Mi mente se calma enfocada en cada movimiento.
¿Conoces alguna (s) historia (s) que pudieras compartir de alguna persona que el ejercicio la ayudó a superar problemas emocionales?
Por supuesto, desde mi historia personal el ejercicio me ha ayudado en momentos o etapas claves de mi vida.
Tengo la bendición de trabajar con personas que me han compartido su necesidad, apoyo y refugio en el ejercicio como terapia también, y las transformaciones que han logrado “de adentro hacia afuera” (de lo emocional a lo físico).
El cuidado de la alimentación beneficia la salud, pero ¿como influye en las emociones?
Se dice que nuestro estómago es nuestro primer cerebro. Cuando nos sentimos inflamados (colitis), o nuestro cuerpo sufre de problemas de estreñimiento por ejemplo, es muy difícil sentirnos física y mentalmente saludables. Aquí es donde nos damos cuenta que la alimentación que estamos llevando no es la correcta.
Comer de manera balanceada proteínas, carbohidratos y grasas saludables, más verduras y frutas bajas en azúcar; elegir alimentos altos en fibra, menos procesados y azucarados nos permitirá tener una digestión más óptima;
Cuando lo hacemos, nuestro cuerpo se siente más feliz. A nivel emocional (como ya lo mencioné) los cambios son innegables.
Hidratarnos también es una necesidad que nos beneficiará.