Sin nostalgia, pero con muchas ganas de que nos volvamos a sentar a compartir los alimentos como antes. Disfrutar desde la frescura y la forma en la que llegaban a las cocinas los alimentos, los procesos de cocción y el sazón, hasta el amor y la dedicación que se les ponía en la preparación. Para mí es la base y parte importante de la estabilidad familiar.
Sin más análisis, los tiempos han cambiado, estamos muy ocupados y cocinar es lo menos esencial. Considero que es el momento de retomar costumbres y priorizar para empezar a cambiar malos hábitos, de tal forma que eduquemos a hijos sanos y conscientes.
Les comparto con toda humildad lo que ha funcionado en mi hogar, con la esperanza de que aprendamos a valorar la hora de comer con nuestros seres queridos.
Debemos considerarlo un momento sagrado en la casa, sentados en torno a la mesa sin televisión, teléfonos y aparatos que nos roben la atención. Un buen consejo es escuchar música suave.
Para involucrarnos todos, hacemos un menú.. ¿Qué les gustaría probar o comer? Conversamos, comunicamos sugerencias y surgen ideas en conjunto.
La responsabilidad de lo que se sirve en casa es de la madre o padre, es importante asumirla y no delegarla, pero si se delega hay que compartir la información necesaria para comprar lo necesario y que tenga nutrientes.
Dejar volar la creatividad. Modificar y jugar con los menús tradicionales, cambiar los ingredientes y comer alimentos de temporada, así como alimentos vivos y locales.
En casa comen lo mismo los adultos que los niños, y hasta nuestros animales de compañía, que son los más felices.
Mi mejor recurso es el del ejemplo y ha sido un éxito. Si disfrutas y saboreas, tu familia aprende de ti.
Agradecer los alimentos juntos. Es importante reconocer el trabajo del cocinero. Los incentivos de amor funcionan y son necesarios.
Las porciones para niños y adultos son distintas. No los obligues a comer de más, obsérvalos y conoce sus gustos y debilidades.
Paciencia, ya que cada pequeño tiene su ritmo y es innecesario usar la presión y el chantaje.
En casa cada quien tiene su labor. Utiliza el juego con ellos. Rocco, mi hijo, pone la mesa y lo disfruta, fomentando su autoestima, además de involucrarlo en las tareas domésticas.
No se le tiene miedo a la cocina, pero sí respeto, la vajilla y las ollas son de vidrio y cerámica, se evitan los plásticos, comemos sentados, desde el snack hasta el vaso de agua.
A los niños en la cocina se les debe enseñar a usar utensilios, tener cuidado con el fuego y detectar peligros.
Se tienen que respetar sus gustos, pero en gustos se rompen géneros. Habrá alimentos que no les gusten pero hay que motivarlos a probar diferentes comidas.
Se debe evitar premiarlos con alimentos, dulces o chatarra.
El ritual en la mesa debe ser inculcado desde la niñez. Comer en familia y continuar la sobremesa es enriquecedor para la familia, en especial para los niños. Tú los conoces y ellos aprenden de ti a disfrutar este gran acto de amor.
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