Cuando tenemos a un pequeño en casa, en la escuela o convivimos en alguna reunión con un niño (a), con ciertas características diferentes a las del resto de los demás, sabemos que algo no está bien. Estamos acostumbrados a que nuestros hijos tengan cierto comportamiento “adecuado” socialmente, y cuando nos topamos con uno que es hiperactivo, que no mide consecuencias, e incluso que es agresivo al momento de convivir con el resto de sus amiguitos, es muy fácil etiquetarlo como “maldoso”, “grosero”, y “maleducado” afectando su autoestima que ni siquiera sabe qué es lo que esta haciendo mal como para que sea rechazado en la mayoría de los lugares.
Por lo regular, este tipo de conductas se debe a un trastorno por déficit de atención e hiperactividad que seguramente aún no ha sido diagnosticado.
Es por ello que es importante identificar algunas de las conductas o los comportamientos, para poder darle el abordaje adecuado y oportuno.
El TDAH, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, es un conjunto de características neuro madurativas que tienen un impacto a nivel psiconeurológico, en las que afectan a nivel cognitivo, es decir, en la atención a nivel adaptativo, por lo cual presentan conductas de hiperactividad, y a nivel conductual adoptan conductas de impulsividad.
Su etiología: Trastorno de la neurotransmisión de la corteza prefrontal; zona que desempeña un papel trascendental en la planificación de la conducta y sirve para organizar y anticipar futuros eventos.
DESAFIANTES
Los pequeños que presentan hiperactividad o impulsividad por lo regular son considerados como difíciles de controlar, voluntariosos o desafiantes, ya que con facilidad pierden la paciencia, discuten con los adultos, desafían y se niegan a cumplir con reglas, culpan a los demás de sus propios errores, se molestan fácilmente con los demás, y si se ofenden utilizan palabras obscenas.
Los maestros los describen como pequeños que llegan gritando al salón de clases, jugando o molestando a los demás compañeros, les es difícil seguir las reglas del salón, pocas veces se les ve permanecer sentados en sus asientos, no respetan el material de los demás y tampoco cuidan el suyo, sus periodos de atención son demasiado cortos, y presentan actitudes agresivas hacia sus compañeros.
Una vez refieren no poder controlar la conducta de sus hijos con este trastorno, algunos padres mencionan sentir que lo hacen a propósito como para retarlos, mencionan que batallan para despertarlos para ir a la escuela o para que se arreglen y salir temprano, les lleva horas hacer la tarea de la escuela, y si se les grita o castiga el resultado es peor, tienden a conductas mitómanas (mentiras), presentan conductas explosivas, dificultad para quedarse tranquilo.
Por su parte el menor menciona: “Todo lo hago mal, no tengo amigos, soy malo, peleo con todos, pero es porque se meten conmigo y la maestra no me pone atención a lo que le digo, me quiero portar bien y no puedo, todos se meten conmigo, me quitan mis cosas y mi mamá me regaña, mi papá me castiga o me pega.”
SUFRIMIENTO
El pequeño que no ha sido diagnosticado con TDAH generalmente es visto como irrespetuoso, flojo, mal educado. Es rechazado por impulsivo y agresivo; sufre por la incomprensión de los profesores quienes generalmente en estos casos sugieren repetir el ciclo escolar por inmadurez o un cambio de colegio. Por su parte, la familia sufre también ya que son culpabilizados de esa “mala conducta” que presenta el menor.
Todas estas situaciones provocan en el menor: ansiedad, depresión y son expuestos al maltrato infantil por parte de personas que no identifican que estas conductas pueden deberse a un trastorno por déficit de atención e hiperactividad y esa misma ignorancia hace que inmediatamente etiquetemos al pequeño. Desarrollan baja autoestima, síntomas ansiosos, malestar por altos grados de exigencia, depresión al ser etiquetado, humillado, comparado y por exponerse a un ambiente intolerante e irónico lo cual le traerá dificultades en el desarrollo personal, social, académico y posiblemente en un futuro, laboralmente.
Este tipo de impactos en tres áreas tan importantes como lo son cognitivo, adaptativo y conductual debe ser atendido de manera multidisciplinaria, es decir, a nivel pediátrico, neurológico, psiquiátrico y social.
Ya que cada área es importante para lograr tener un equilibrio en el menor. ¿Si me preguntan ¿un pequeño con TDAH llevará una “vida normal”? Mi respuesta es: sí, siempre y cuando sea diagnosticado y atendido de manera adecuada, óptima, oportuna y de manera multidisciplinaria.