’Nene’ González será recordado por haber sido un esposo, padre y abuelo ejemplar, por su don de gente y alma caritativa.
Redacción: Alejandra Arellano / Viridiana Leal
Fotos Beatriz Flores Cervantes /cortesía
En la memoria de Reynosa y en el corazón de su familia y las personas que lo conocieron siempre vivirá el “Nené” González, quien a sus 94 años de edad decidió partir dejándonos como recuerdos su don de gente, la amistad invaluable que supo cosechar, y las bromas con las que sorprendía a propios y extraños pero, sobre todo, el amor, las sonrisas y las amenas conversaciones con las que atrapaba la atención a su alrededor. Fue conocido, además, por su trabajo como administrador, a finales de los años 40 y principios de los 50, en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad de Reynosa, el Casino Montecarlo, propiedad de su primo don Rubén González. Ángel Armando González de los Santos Coy dio su último adiós el lunes 2 de septiembre a las 5:15 de la mañana. Sin duda ya se encontró con su esposa, Olga Ninfa Cantú Garza. De su unión procrearon a Angel Armando (†), Olga Laura, Miriam y Martha Catalina. La entonces Villa de Reynosa lo vio nacer el 17 de febrero de 1925, cuna que jamás abandonó.
IMPORTANTE PUNTO DE REUNIÓN
La primaria la estudió en la escuela Miguel Hidalgo, y vivía frente a la plaza principal, por lo que él y su amigo “Yorgo” se sentían dueños del parque.
Su niñez transcurrió en una Reynosa tranquila y pacífica, donde sus habitantes se conocían y se saludaban. A mediados del siglo XX era una ciudad pujante, donde los turistas norteamericanos cruzaban a México a divertirse. También recibía visitantes de otros municipios aledaños. Las noches eran largas, por la cantidad de centros de entretenimiento y la algarabía de los reynosenses que le daban un ambiente festivo a la ciudad. En aquella época “Nene” administraba el “Montecarlo”, por lo que se relacionó con muchos personas de esta frontera que se hicieron sus amigos, sus cuates, gracias a su carisma y facilidad para entablar una platica. El casino durante muchos años fue muy popular y un importante punto de reunión, debido a la variedad de shows y artistas que se presentaban, tanto nacionales como extranjeros. Cantantes de la talla de Pedro Infante y Jorge Negrete, en su pleno apogeo, pisaron este escenario. Al paso del tiempo el lugar fue cerrado, y don Ángel se convirtió en concesionario de la Lotería Mexicana en Río Bravo, Ciudad Victoria y Miguel Alemán, donde laboró por algunos años más. Después se dedicó a trabajar en su rancho “Las pertenencias”, ubicado en el municipio de San Carlos. Las botas y el sombrero fueron parte de su vestimenta y la ganadería se volvió su pasión por muchos años hasta que finalmente vendió sus tierras.
GENEROSO ANTE TODO.
“Nene” González realizaba actividades altruistas pero de manera callada, sin mayores pretensiones que ayudar a quienes lo necesitaban o se lo solicitaban.
Las donaciones a las fundaciones no llevaban nombre solo la buena voluntad de quien se solidarizó con los más vulnerables. Marcos Olivares, su primer yerno, reconoció que fue testigo de su generosidad. “A él no le gustaba el protagonismo, pero ayudó y mucho”, agregó. Su simpatía lo caracterizaba. Siempre alegre, espontáneo, bromista. Con sus trucos de magía mantenía entretenidos a sus hijos y sobrinos; en últimas fechas a nietos y bisnietos, a quienes además les recitaba poemas pues amaba este género literario. Los niños lo seguían mucho, y le encantaba recibir la visita de sus bisnietos para cantarles. Amaba a sus hijos, pero sus nietos fueron su adoración. Cuando nació su primera nieta, Cecy, hija de Olga Laura y Marcos Olivares, la consideró la bebé más linda del mundo, por eso la apodó: “Miss Universo 2000”. Cuando su esposa Olga vivía en su hogar siempre tenía visitas, pues les encantaba compartir con sus amigos, así que cualquier día les daba la bienvenida para compartir con ellos a la hora del desayuno, la comida o la cena. Al morir su amada esposa, don Ángel continuó con esa hospitalidad, jamás menguó. Incluso, al caer enfermo pedía que no dejaran de ir a verlo, ya que disfrutaba su compañía.
MÁS QUE AMIGOS, HERMANOS
Aunque no pudo terminar la secundaria, desde muy chico tuvo el hábito de leer y bastante, motivo que le permitió hablar fluidamente sobre cualquier tema. La lectura le permitió tener una vasta cultura como para conversar por horas. Con sus amigos Jorge “Yorgo” Orfanos, Chanito García, Gumercindo Guerrero, Octavilo Guajardo, Gerado Ballí y Edmundo Zuazua, entre muchos otros, se reunían en la plaza para convivir, y así fue durante los últimos años. De niños no había tanto entretenimiento, pero se divertían mucho; de grandes, se citaban para recordar viejos tiempos. Don Jorge Orfanos, conocido como “Yorgo”, fue uno de sus mejores amigos desde la infancia, por eso las anécdotas que los acompañaron forman parte de una larga lista de travesuras.
Entre las más recordadas está aquella en la que “Nene” y “Yorgo” se tomaron el atrevimiento de pescar en la fuente de la plaza principal, recién instalada por la administración municipal. Había peces y a ellos se les hizo fácil. Por supuesto que recibieron un gran regaño y les quitaron sus cañas hechizas, acción que los indignó. Fue allá por los años 30, y una historia que se contaba repetidamente en las sobremesas.
También fueron monaguillos, “pagados” con el bolo de los bautizos. Pero eran tremendos, pues cuando se les negaba le decían a los familiares que el niño se quedaría chaparro. En una entrevista realizada por la revista CLASE (ahora TOP) en el 2008, ellos definieron su amistad de más de 80 años como una relación de cariño y hermandad; incluso cuando la familia de Jorge Orfanos se fue a vivir a Estados Unidos, Ángel le brinda su casa.
“Yorgo” mencionó en aquella conversación “que se quedó solo”, a lo que de inmediato su entrañable amigo le corrigió: “Tenías a tus hermanos de crianza que éramos nosotros. No estabas solo, ni estarás solo, ni estaremos solos”. Con el humor que los caracterizaba, mencionaron que todos los días se hablaban, para saber “si amanecimos”. Ambos pasaron por épocas de muchas limitaciones en los años 30, consecuencia de la Depresión de Estados Unidos”. Ser amigos en las buenas y en las malas les valió el respeto de las personas, pero más que eso ganaron una amistad que como ellos mismos aseguraron en su momento, vale más que el oro y no se puede comprar. De inmediato “Yorgo” respondió: “solo sirve para no aburrirte, ya que te buscas a alguien que te eche mentiras”. Dejando de lado las bromas, “Nene” consideró que la amistad no se pierde con el tiempo ni la distancia.
“Nosotros somos amigos desde la infancia, la adolescencia, la juventud, la tercera, la cuarta, la quinta edad y las que vengan”, aseguró.
EN FAMILIA
Sus hijos estarán eternamente agradecidos con Dios por los padres que les dio.
En el caso de Martha Catalina, la menor de cuatro de ellos, recordó que su padre fue un admirador de la poesía, se sabía poemas enteros a sus 94 años de edad.
“Creo que es de familia, mi abuelita Teresita, su mamá, fue una gran declamadora también. Y yo en mis tiempos de mocedades lo hice. En estos últimos nueve años de su vida, le declamaba entrando a su habitación, sin preámbulo alguno; le encantaba, en especial la poesía de Margarita Debayle, de Rubén
Darío; la de Manuel Gutiérrez Nájera, “Para entonces”, que de hecho leí una estrofa en su misa de réquiem”, mencionó.
Su padre, continuó Martha Catalina, le dejó bellos recuerdos desde la infancia cuando el cariño y las atenciones de un padre son vitales para todos sus hijos.
“De adulto cuando la vida me desafíó en lo personal con varias lecciones, él a mí y a mis hijos nos dio amor y apoyo totalmente incondicional… esa fue mi más grande lección y más bello recuerdo.
A mi amado padre toda mi honra e infinito agradecimiento”, expresó “La prieta”, como le decían de cariño.
Por su parte, Miriam manifestó que todos los días hablaba por teléfono con él, y siempre preguntaba por cada uno de sus hijos y nietos.
“Durante los últimos seis meses no se acordaba a veces de los nombres, pero seguía preguntándome por todos. ¡Se daba a entender sobre cuál era!”, comentó.
Señaló que la última semana de sus días en vida habló con él en por la tarde, y horas después, en la noche, recibió una llamada de su padre diciéndole que
Luis Felipe (su nieto) lo había llamado y estaba feliz.
Consideró que a pesar de su salud frágil y de las difíciles condiciones de inmovilidad en las que vivió durante nueve años no se quejaba.
“Le preguntaba cómo estaba y me decía: “Del 1 al 10 ponle 7, y a veces me decía que 8. Nos deja un gran legado de amor, valores y unión de familia: ¡Siempre juntos, hasta el final, papá! Te recordaré con esas anécdotas diarias y tu buen humor a pesar de tu enfermedad. Beso hasta el cielo”, externó Miriam.
Agradecida por haber nacido en una familia llena de amor, Olga Laura, la hija mayor, platicó que se le quedó grabada en su mente la expresión de alegría que su padre mostraba cuando lo visitaba.
“Es una sonrisa que traigo en mi corazón. Un día era yo el amor de sus amores, y otro el perfume de sus flores…”, aseguró.
“Titina”, como también se le conoce, rememoró que su papá declamaba como si fuera un gran poeta. “Era ingenioso, espontáneo y muy amoroso; admirable en su enfermedad y en la de mi mamá; excelente esposo, y a sus hijos nos dio el ejemplo a seguir. No terminaría de mencionar todas sus cualidades, pues era muy amigable, caballeroso y respetuoso con todos, no importando si conocía o no a las personas, con singular facilidad hacía amistades y siempre estaba atento a sus aniversarios”, describió.
Para cada uno de sus hijos es una pérdida irreparable, pero saben que vive en sus corazones y su recuerdo es imborrable.
Las condolencias fueron muchas y se le expresaba el profundo cariño que le tenían.
Ana Cecilia Olivares de De los Reyes, su primera nieta, escribió: “Nos dejas con un dolor en el corazón enorme, pero tranquila de saber que ya no sufres; tranquila de saber que ya estás con mi abuela Olguita, tu mamá Teresita, mi tío Ángel. Tus magias, la hormiga, la araña, el por aquí no pasa nadie, el avioncito, las historias y aventuras q nos contabas las recordaré siempre. Gracias por todo mi Nene. Te Amo”.
Por su parte, María Eugenia Cantú de Ramírez publicó: “Ya descansa en paz, su victoria es la vida eterna. Mi esposo, mis hijos y nietos nos unimos al sentimiento de dolor de mis queridas sobrinas Olga Laura, Miriam, y Martha Catalina, de sus hijos políticos Dorita, Marcos y Felipe, así como de sus nietos y bisnietos, quienes gozaron siempre de su gran amor. Un gran recuerdo en nuestra memoria, de sus magias, cuentos y anécdotas, gran personaje de la vida de Reynosa. Goza ya de su amada esposa Olguita y de su hijo Angel.”
Su hija Martha Catalina González, a su nombre y el de sus hermanas, dio a conocer el sensible fallecimiento.
“Nuestro padre partió al descanso eterno. Descansa en paz mi adorado padre”.
El lunes 2 de septiembre del 2019 fue un día triste, pero que iluminó el cielo con la presencia de un “ángel”.