Por Judith André, psicóloga educativa
Hablar de educación en este momento es realmente un tema preocupante. Dadas las circunstancias que enfrentamos es difícil pensar en resolver de una manera uniforme.
El 2020 estuvo repleto de noticias alarmantes, la COVID-19 llegó para quedarse y cambiar el rumbo del mundo. Frente a una “nueva normalidad” cambiaron nuestros hábitos y rutinas diarias: la forma de trabajar, negociar, estudiar y socializar.
Las escuelas están cerradas, las clases presenciales han sido cambiadas por la modalidad en línea. Niños y adolescentes desde casa realizan sus tareas y actividades escolares. Maestros comprometidos cumpliendo con horas extras para impartir y asesorar a sus alumnos (con sus propios recursos). Padres involucrados con la presión de cumplir con esta nueva forma que para la mayoría fue complicada.
El PAPEL DE LOS PADRES
En este contexto encontramos diferentes escenarios. A nivel preescolar y escolar debe cuidarse la parte académica y la creativa que se implementarán con la finalidad de ayudarlos a entender de la forma más sana cómo manejar sus emociones; motivarlos y transmitirles seguridad para que puedan seguir su curso normal de aprendizaje.
Los padres tienen la gran tarea de mostrar un panorama real, sin ser fatalistas. Es importante que tengan claro que no se convierten en “maestros de sus hijos”, solo se trata de que los niños sean acompañados en esta etapa, y que dejen en claro que no es para siempre, es temporal.
En el caso de los adolescentes, también han sentido miedo e inseguridad desde el momento que deben permanecer en casa, alejados de los amigos.
Han manifestado abiertamente su gran necesidad de convivir con sus amigos, de salir a divertirse, de abrazar. La depresión ha estado muy presente a este nivel, y mucho tiene que ver con el entorno. Es por eso importante recordar que los padres son los principales educadores y transmisores de valores, punto esencial para salir bien librados emocionalmente de esta parte de nuestra vida.
Sin embargo, la tecnología para ellos ya es parte de su vida. Lo difícil ha sido manejarse con la seriedad requerida para cumplir con horarios y actividades.
LA EDUCACIÓN, UN DESAFÍO
La educación en México se convierte en un desafío por las grandes desventajas que enfrentamos: la falta de herramientas necesarias para una educación uniforme. La educación pública y particular marca esas diferencias.
Cada familia desde su hogar tiene que hacerlo de acuerdo a sus posibilidades, aunque lo más importante en todos los niveles escolares es promover desde casa rutinas y horarios. Verificar que tengan la conectividad adecuada para tomar clases a distancia, o que el canal de televisión se sintonice bien. Es necesario revisar que cuenten con los útiles necesarios, períodos de descanso (considerar que los períodos de concentración y atención es variable en niños y adolescentes). Fomentar de igual forma la actividad física, y si es en familia, todavía mejor.
El gran desafío de la educación empieza en casa, sin olvidar que es un trabajo en equipo: alumnos, padres de familia y maestros. El entorno familiar será la prioridad para prepararlos cuando llegue el momento de salir y retomar su vida.
Las clases presenciales regresarán y entonces estaremos listos para volver a empezar.